Me arrodillo no para implorar, sino para despedirme
Elevando mis bendiciones para desear suerte
en los nuevos caminos por recorrer
y en los días que han de venir.
Abrigate de la cobija celestial
y roba sus estrellas
y su luz.
Tribeza Lyneve, Potra zaina que cabalga en las noches de mis poesías. Sus cabellos negros ondean al viento, mientras galopan tras de ella, mis versos. Se ausenta y desaparece, pero sus recuerdos siguen vivos en mis deseos de tenerla junto a mi lecho...